El diagnóstico de fobia específica, según el manual de diagnóstico de los trastornos mentales DSM-V (APA, 2014), requiere la manifestación de los siguientes síntomas:
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Temor o ansiedad intensa por una situación u objeto determinado (inyecciones, altura, volar, animales, ver sangre, etc.). En los niños, el temor o la ansiedad puede manifestarse con llanto, rabietas, quedarse paralizados o agarrarse a alguien.
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La exposición a la situación o al objeto de la fobia casi siempre genera un temor o ansiedad de forma inmediata.
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La situación o el elemento fóbico se evita con un temor o ansiedad intensa.
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El temor es desproporcionado en relación con el peligro real que supone el objeto o la situación, considerando el contexto social y cultural de la persona.
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La ansiedad, el temor o la conducta de evitación es persistente y tiene una duración de seis o más meses.
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El temor, la ansiedad o las conductas de evitación producen malestar o afectan el ámbito social, laboral, académico o de otras esferas de funcionamiento importantes para la persona.
Según el estímulo temido, la fobia específica puede ser de tipo:
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Animales e insectos (perros, pájaros...).
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Entorno natural (tormentas, agua...).
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Sangre, inyecciones y heridas (agujas, visión de la sangre, procedimientos quirúrgicos...).
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Situacional (altura, ascensores, aviones, lugares cerrados...).